sábado, 21 de marzo de 2015

Recuerdos.


La vieja casa hacía frontera justo allí donde la ciudad se hacía pueblo, más que barrio. Las flores que inundaban los balcones aportaban el colorido que la fachada no tenía. La escalera oscura y húmeda delataba cualquier visita. El suelo, de azulejo descolorido, sólo era de madera en el estudio del abuelo. Una impresionante biblioteca rodeaba una imponente mesa. En un rincón, un pequeño mueble guardaba un tesoro bajo llave. Con el tiempo supe de la botella de brandy y la copa, allí honradas, que acompañaban las lecturas solitarias o las tertulias animadas. Sólo con el tiempo. Tras el eco de las bombas. Cuando la casa ya no existía y no había nada que celebrar.

viernes, 20 de marzo de 2015

No despertar... Despertar.




Otro de los poemas leídos en el Micro Libre de Itaca
el 18 de marzo.
 
1.

Quiero no despertar;
perderme
en el vuelo de tu abrazo
cuando las luces aún no se han encendido
y los ojos lo ignoran todo:
La guerra,
la desgracia,
el desamparo,...
el cruento muro que,
sin necesidad de hormigón,
alza el día a día
anunciando la ruina
de los sueños.


2.

Los escasos nueve minutos
que transcurren
entre alarma y alarma
bastan
para constatar que el tiempo ha pasado
y que,
aunque parezca mentira,
se fueron así de rápido
los instantes edénicos
que siguieron a aquella mirada.


3.

La vida en suspenso,
como sin ayer
ni mañana,
se hace quiebro y ducha.


4.

Desde el subsuelo,
en una anárquica arqueología de
pasadizos
y escaleras que ascienden
y descienden
desde la humedad a la oscuridad;
surge la mañana
con su neblina de cal y asfalto.


5.

Despedazada la noche,
entonces,
quiero despertar;
perderme
en el recuerdo difuminado y borroso
de los días por venir...
Incluso entre cristales rotos
y metales retorcidos.
Con mi propio cuerpo despedazado
y desperdigado
en la pesadumbre
y el asombro
de la supervivencia.


6.

... y el silencio
y la risa
se dan la mano...

jueves, 19 de marzo de 2015

Matemáticas.

Leídos anoche en el Micro Libre de Itaca,
escritos en dos momentos diferentes. 
 
I
Lo intento todo:
Matrices,
integrales y derivadas,
ecuaciones varias
sometidas
a todos los grados penitenciarios,...
Hago valer mis locuras
entre los números
irracionales.
Y coqueteo con los universos cuánticos
que explotan en los labios
de una botella.
Todo es inútil.
No puedo disolver el hecho
de que el tiempo
se multiplica
con la distancia.


II
Los días que me despierto
con mi cuerpo hilvanado al tuyo
termino odiando
el sistema métrico decimal,
empezando por cada
milímetro
con que el quehacer diario
nos separa.

Aborrezco
incluso
algunas palabras
y conceptos.
Me enfrentaría a muerte,
por ejemplo,
con "distancia",
o con "tiempo".

Al final las ignoro,
de la misma manera que intento minimizar el espacio que nos separa
o los momentos que no estamos juntos.
Y me abrazo con fuerza a otros vocablos
y otras ideas:
"Posibilidad", "reencuentro", "entusiasmo",...