lunes, 24 de abril de 2017

Siete menos veinticinco.


Editada por Raspabook, coordinada por Antonio Marín Albalate e impulsada por la Asociación Cultural Diván; "Siete menos veinticinco" es -como indica su subtítulo- una antología de jóvenes poetas de Cartagena.

Como tal, viene a sumarse a "Siete menos veinte", editado hace dos años con idénticas pretensiones: ahunar en un volumen algunas de las nuevas voces poéticas de la ciudad portuaria.

En esta ocasión el volumen recoge poemas de Elena Trinidad Gómez, Helena Pagán Marín, Mery Salem, Jesús Sanmartín Pérez, Pablo Serrano Torres,  Anabel Úbeda Bernal y Ana Valero.

Cada poeta está presentado por una persona (vinculada de una u otra forma al mundo de la poesía) y tengo el inmenso placer de haberlo hecho de Jesús Sanmartín; a quien conocí en un recital colectivo en Las Palas en el que ambos participamos. 

Además tengo la suerte de conocer a buena parte de quienes dan forma a este recomendabilísimo libro, por haber compartido espacios culturales -Mery, Pablo, Ana Belén- e incluso haber dado clases de Filosofía -Elena Trinidad-. Un placer que se multiplica por el hecho de que sus versos forman parte también del número 1 de El vuelo del Flamenco, de inminente aparición.




Recogo aquí las palabras que dedico a Jesús Sanmartín Pérez:
  

Conocí a Jesús Sanmartín Pérez en un recital colectivo celebrado en Las Palas, en el que ambos participábamos. Además del placer que supone siempre encontrarse con voces nuevas, me llamó la atención uno de los poemas que compartió aquella noche: Unos versos dedicados al final de una relación sentimental que, bajo el título de “Asalto 30”, equiparan esa ruptura a un desigual combate pugilístico.

No son pocas las relaciones entre boxeo y literatura, pero no son tan frecuentes en la actualidad. Quizá porque aquel ya no juega el papel de antaño en la sociedad y es hoy una práctica, tan denostada como desconocida, que a buen seguro dificulta que la gente entienda que, más allá del decimosexto asalto, todo es supervivencia.

Uno puede imaginarse a Jesús en el ritual de vendarse las manos, de tonificar los músculos, de mover el cuello, de esbozar un breve combate contra su propia sombra o su imagen en el espejo, de abstraerse, pero sólo un instante, para concentrarse... y subir al ring del día a día para enfrentarse tanto a los retos cotidianos como a los retos creativos.

El reto, en este caso, es una apuesta por una manera clásica de expresión poética; que rompe con la forma de sus versos anteriores: El Soneto.

De Jesús Sanmartín Pérez dice él mismo que escribe desde pequeño,aunque es a partir de los 15 años cuando empieza a hacerlo de una manera más pasional. Con 17 años publica un libro: “Qué crudo es el amor”.

Es un apasionado de la poesía de García Lorca, Miguel Hernández, Benjamín Prado o Luis Ramiro y piensa que la música y la poesía están íntimamente unidas; fusión que encuentra y disfruta en las canciones de Joaquín Sabina, Kutxi Romero, además de muchos cantautores que transmiten sentimientos con versos y acordes.