sábado, 18 de febrero de 2017

MI poesía no es poesía.


Han pasado diez años, ya, del fallecimiento de Juan José Ferrando Gregori. Pero el tiempo, a veces, no es nada.

El pasado viernes 10 de febrero el salón de actos del MUDEM se quedó pequeño para albergar la presentación de "Mi poesía no es poesía"; una antología de sus versos editada por Tirano Banderas y coordinada por Alfonso Palazón Meseguer.

Un emotivo acto que aunó teatro, memoria y poesía para dar a conocer un no menos emotivo libro. Emotivo por lo que supone de recuerdo, sí, pero sobre todo por la poética que alberga.
Para quienes le conocimos, pero no con el grado de intimidad como para conocer esta faceta creativa Ferrando, es una grata noticia. 

Estos poemas nos permiten conocerlo aún más, reconocerlo e incluso reconocernos. Igual que podemos vernos en esa "fotografía con Molina al fondo" de la que habla en su presentación de la antología Juan Luís Martínez Valero.




Leo el libro sin orden, vagabundeando por sus páginas como quien se pierde, tranquilamente, en una ciudad,... Y encuentro espejos donde mirarme... Como cierta poética del "a veces" y de la inmensidad, del entusiasmo y del dolor, de la soledad y del espacio colectivo, de la resistencia y de la ausencia. Intensos como un relámpago o pausados como una caricia, el espectro de los versos recogidos en este libro es inmenso.

Al levantar la vista, en el rabillo del ojo, está Ferrus, con la sonrisa viva, los ojos entrecerrados,... Es sólo un instante, pero de estas páginas emana su imagen. 




 

sábado, 4 de febrero de 2017

Pinceladas de Sentimientos (Relatos de duelo).



Este no es, en principio, un libro de Filosofía. Pero en buena medida lo es. Y no sólo porque las cuestiones que aborda -el duelo, el dolor, la muerte, la vida misma- lo sean al mismo tiempo de cualquier Filosofía que discurra cerca del devenir cotidiano de los días.
 
Lo es también porque, con la peculiaridad del formato -el relato, el reflejo de las vivencias- estamos ante un libro que constituye en sí mismo una crítica de la razón destructiva, de la razón apática, de la razón sin pasión que se somete a la dictadura del intelecto y deja de lado (cuando no intenta someter) emociones, afectos e impactos sentimentales. 
 
Lo que directa e indirectamente hacen estos relatos es defender una razón discursiva y afectiva a la par; en la que inteligencia racional e inteligencia emocional se entrelazan cual cadena de ADN.

Pero lo hacen además con una voz poética particular, que se erige sobre el entusiasmo; al que conviene no confundir con el optimismo. 
 
En el fondo, este es un libro sobre la agonía, tal y como la entendían Unamuno o Mariátegui: La agonía no es ni el preludio de la muerte ni el final de la vida. Agonía es sinónimo de lucha. Agonizan quienes viven luchando; luchando tanto contra la vida como contra la muerte. 
 
Lo que ha hecho Marta es escribir un libro para luchar.