miércoles, 4 de agosto de 2010

Contra mi propia sombra.


Peleo
contra mi propia sombra
en una suerte de ring casero
limitado por las tres paredes
de mi plaza
de garaje.

Al fondo,
entre franjas rojas,
a la altura de
la cintura, un poco menos;
el número 31.
Pero ahí no llegó.
Soy demasiado torpe
para los golpes
bajos.

Deambulo
entre esos muros
como sonado,
como en un combate a cámara lenta,
como sin querer saber que
el último round
quedó ya atrás.

De la frente,
la perilla,
los codos,...
caen gotas
de sudor
que dejan su huella
en el suelo
simulando explosiones.
Y el eco
se las ve
y se las desea
para acertar a copiar
mi respiración,
mis gruñidos,
mis bufidos.

La toalla sobre el cuello
llega a pesar,
a veces.
Y a veces
la venda
se rebela
y se escapa de la muñeca.
Pero los nudillos
siguen
golpeando
al aire.

Es sólo una sombra.
Mi sombra.
Pero no cae...


No hay comentarios: