Te he buscado
por los rincones
de la ciudad,
asomándome al río;
perdiéndome por
las esquinas
y las viejas barras;
subiendo y bajando
una y otra vez
las escaleras
del parking
hasta llegar a la playa
y pelearme con las gaviotas
por un palmo de arena.
Te he buscado
en los reflejos de las puertas
acristaladas
o a través del objetivo de mi cámara.
Al final de la copa
o al principio de la siguiente.
Clandestino en los pasillos a oscuras de los hospitales.
Te he buscado
en la comisura de la sonrisa en inestable equilibrio,
en los labios secos,
en el beso húmedo...
e incluso dentro de mí...
Y vuelta a empezar...
En el camino he encontrado incongruencias filosóficas meramente aparentes e interesantísimas.
¿Sabías que Spinoza pulió las lentes de Benjamin?
Borges ni siquiera lo intuyó...
Perderse en la ciudad requiere aprendizaje. Y más si barrios, calles y callejuelas no sólo deben hablarnos o reflejarnos el tiempo, sino orientarnos hacia la felicidad...
Ya sé por que me cuesta tanto encontrarte.
A la locura la caracteriza la más absoluta soledad.
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