miércoles, 8 de diciembre de 2010

El sueño del Samurai.

En la penumbra
aún
         aspiro
a poner mi piel
entre tu piel
y tus armas.
A contener la rabia
con la que destrozas
a tu paso
las flores de almendro
que adornan
         tu cuerpo.

Sobre un
oscura                            roja
mancha
creo
sentir
mis brazos alejándose
         hacia tí,
como abrazándote
         sin mí.

Estremecido sueño
de sauces amputados
en batallas sin gloria
                             posible.

En la oscuridad
me parece
adivinar
tu nombre
en el borde de un cuadro
apenas esbozado
a pinceladas rápidas y
difusas,
con ese frágil pigmento
que es la memoria.

Un rápido brillo a mi espalda.

Después

                             nada.

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