Déjame habitar
si quiera ocasionálmente
bajo tus párpados.
Poblar tus sueños,
sobre todo,
cuando también yo sueño
que me sueñas
e imaginamos
horizontes
y playas
y abrazos
desnudos.
Compartir el duerme-vela
cuando, confundidos,
no sabemos si es martes
o si es jueves;
y parece que nos va a descubrir el amanecer
entrelazados sobre la arena de una
pequeña cala
tan real
como anhelada.
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