martes, 28 de febrero de 2012

Desprecio.

Cobarde para amar
y para desamar;
equivoqué todas las palabras,
todos los momentos,
todos los gestos,...

Culpable;
renuncio a todo alegato
en mi defensa
y,
ya condenado a odiarme a mí mismo,
asumo la cadena perpétua
del desprecio.

Hubiera querido quereros mejor,
pero no supe.

Arrastrando la infelicidad de ser feliz
pido perdón
sin esperar siquiera
olvido.

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