domingo, 21 de diciembre de 2014

A veces...


A veces el alma se queda muda
después de mirar al espejo

y
reconocerse,
no reconocerse,
reconocerse,
verse,...
y estallar en mil pedazos
de llanto
ahogado.

Los ojos se salen
y se hunden,
de la nada
a la nada.

Y deseas ahogarte en el naufragio y el ruido
tanto como encontrar un algo;
si quiera un trozo de espíritu,
media idea,
un cuarto de cariño
al que aferrarse
-incluso con vergüenza-
para aspirar a la mirada
y la palabra.

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