Olas
La mirada,
el silencio,
me alejan de tí
y me acercan
a ese yo
que no puebla ningún
espejo.
Me niego a la mudanza
y amontono,
bajo el polvo de los días,
fragmentos de memoria.
La presencia contínua
del verso
o la imágen
no es más que
un estado
alterado
de conciencia.
Acaba la canción
y se disipa la niebla.
La ciudad crece al día
con esa paulatina vorágine
que engulle
lo que,
al fin,
a nadie importa:
Mis manos son ya
las de un ciego
que palpa el mar
y reconoce tu ausencia.
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