Tengo un cuaderno sin estrenar que aún espera que mi mano trace círculos de espuma sobre la arena de los sueños. Lo cerró bruscamente el ruido de la puerta que cegaron a mi espalda la sombra de mis miserias, la dependencia ciega y servil. Desandé en un instante toda la luz de los comienzos, todo el deseo de verso y piel. Y atravesé de nuevo ese umbral que a ti te convierte en quimera inalcanzable y a mí en una dolorosa disutopía.
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