viernes, 11 de enero de 2019

Barrio

Me gusta el barrio donde vivo
porque tiene una de las tiendas
más maravillosas del mundo.
Hace frontera
con el resto del universo:
Allí donde las calles
empiezan a ser calles
y las casas
son algo más
que fantasmas derruidos.
Está llena de imágenes religiosas,
de figuras de porcelana;
de latas en permanente lucha
contra el óxido,
que en su día contuvieron
tabaco
o jabón;
de juguetes
que van más allá
de mi infancia,
como ese caballito que tira de
un carro desde hace casi
siglo y medio.
Y de libros.
Sin estar todos,
están todos los libros.
Mis dedos se han hecho
al polvo de la vieja filosofía.
Pero sobre todo a la poesía.
A la poesía de aqui.
La que brotó
de aquellas personas que
nacieron o vivieron
en esta ciudad
en la que mis versos
se atascan.

Al lado
Espartaco
libró sus primeras batallas
desde las lejas,
el mostrador
y la trastienda.
Ahora este asfalto
roto
y este adoquín
traspuesto
hablan árabe, ucraniano, francés,
otras lenguas que apenas adivino a identificar
y ese castellano de calle,
de escalera vieja,
de esquina
y de noche.
Todas las lenguas de la derrota,
la supervivencia
y la resistencia,...
incapaces de plasmarse en papel
porque ya no hay cartas
ni hay destinos.
Aquí pasó la guerra
y vino para dejar su sombra,
para que se mezclara
con las sombras
de las otras guerras
que después vinieron:
La del abandono,
sí.
Y la de la indiferencia.
Y la del menosprecio.
Pero también aquellas
que cruzaron
mares
o montañas
aferradas
a las heridas
de la espalda
de quienes soñaron
con esta tierra.
Soy,
es verdad,
un extraño sobre este suelo,
en la umbría de las callejuelas
que perviven;
bajo el sol que se cuela
en la ausencia de
los viejos edificios.
Quizá es el eco de tus pasos,
que me rescata de mis exilios
interiores;
o la silueta de tu caminar
que viste de piel
el ladrillo visto;
los que hacen que me funda
con el día a día
contra tanto pasado olvidado,
contra tanto presente decrépito
y contra tanto futuro incierto.
Me gusta el barrio donde vivo
porque, a veces, lo ilumina tu presencia.

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