Tuve el inmenso placer de presentar el acto.
Esta es la transcripción de esas palabras.
Para
Charo,
por
ser y estar.
Para mí es un placer,
por muchas razones, estar hoy aquí presentando a Charo Serrano y
hablando de esta propuesta estética que es BRONCE.
Al margen de la amistad
que nos une, uno no puede dejar de olvidar que, como gestora cultural
de La Guarida, en Cartegena; Charo fue la que me invitó a realizar
un recital en el que entonces era yo quien presentaba una plaquette.
Ella es también la que
me implicó en ese proyecto maravillos que es la revista cultural “el
vuelo del flamenco”; a cuyo equipo editorial ambos pertenecemos.
Y es la persona que, en
definitiva, me abrió las puertas de la ciudad en la que ahora
habito: Una Cartagena que vive -contra viento y marea, a veces- una
primavera poética de una amplitud y fuerza que, salvando las
distancias, podría equipararse a la de los primeros años de esto
que llamamos democracia; con colectivos como Abraxas y espacios como
el Arlequín. O, posteriormente, aquel diván poético intalado en
Ficciones.
Por otra parte, junto a
Lázaro Díaz coordina el taller de escritura creativa “La
Rayuela”, en la barriada de Santa Lucía.
Ha colaborado en
distintos actos de DESLINDE, el festival de poesía de Cartagena. En
esta última edición, por ejemplo, en el programa “Poetas a la
cárcel”.
Y sus poemas pueden
leerse, además de en su blog y diversas publicaciones en red; en las
revistas “Con Luz y Poesía” y “Cuerno de la Luna”.
Hoy nos presenta BRONCE,
una propuesta estética llevada a cabo con humildad y, a la vez, con
valentía; realizada artesanlamente y en la que se dan la mano lo
natural y lo artificial a través del reciclaje.
La base física de esta
propuesta es la reutilización de las carcasas de CD´s.
A ellos se suma ese guiño
a la naturaleza dolorida que es la rama quebrada... y una llamada a
la naturaleza revivida presente en los detalles -el marcapáginas, el
cartonaje,...- y los versos en ella contenidos... generando un
conjunto, un ecosistema que se complementa y amplía atendiendo al
todo; desde el envoltorio al haiku inicial.
El libreto interior es
un breve pero intenso poemario que, con una cuidada y limpia edición,
en imprenta clásica, nos trae una voz implicada, coherente y
potente.
Estamos ante una edición
manufacturada de cien ejemplares, numerados, que hacen de la
propuesta algo distinto y especial; capaz de establecer un diálogo
íntimo e individual con quien la sostenga en sus manos.
Vivimos en una época en
la que las tiradas reales de las primeras ediciones de los libros de
poesía, al menos de las editoriales pequeñas, no son mucho mayores
a la cifra indicada.
En una época en la que
editar, autoeditar, es sólo una cuestión de dinero (no tanto) y es
más fácil que nunca.
En una época en la que
parece que el valor de un libro se mide, bien por la inmediatez, bien
por el peso,...
En una época marcada por
la caducidad rápida y que, aún así, se permite despreciar lo
frágil, lo realizado a pie de calle, el detalle,...
Lo que ha hecho Charo es
romper esa lógica temporal y esa lógica del valor (del fetichismo
de la mercancia, que diría el viejo Marx) para situarse en otro
discurso: El de la reivindicación de los pequeños formatos.
Pequeños formatos que acogen en su interior aventuras -como BRONCE-
de alto voltaje.
En este sentido BRONCE
nos invita a pensar la plaquette y a salvarla del prepotente
reduccionismo a que se la reduce.
No, no estamos ante una
obra parcial para uso dentro del gremio de poetas, a modo de adelanto
de una obra mayor; que es una de las definiciones de este galicismo.
Estamos ante una obra
acabada, autónoma, que se presenta como tal para ser degustada y
valorada.
Por desgracia aún hay
quien encasilla plaquettes, placards, fancines y revistas bajo el
calificativo de “obra menor”
A esas personas les
podría recordar, como decía mi maestro Nicolas M. Sosa, lo endebel
del dicho escolástico de “quien puede lo más, puede lo menos”...
porque en realidad quien no valora lo menos ni valora ni puede lo
más.
Pero es que incluso esta
argumentación queda superada por poemarios como este, en los que no
sólo lo menos es más; sino en lo que carece de sentido la dicotomía
menor/mayor.
Estamos ante una ruptura
de la jerarquía estética que hunde sus raíces en la contracultura
y que precisamente se expresa en dinámicas contrahegemónicas,
habitando las grietas de lo establecido y lo común, demostrando que
hay otras maneras de mirar y hacer: fragmentarias, rizomáticas y,
sobre todo, vivas.
No ha de extrañar, por
tanto, que la de Charo sea una poesía con ánimo de mestizaje e
hibridación, que alimenta y se realimenta de otras artes: la
fotografía, el vídeo, la música,... o, como hoy, la danza muda y
performativa, para la que contamos con Susana Olmo; especialista en
teatro y danza inclusivas.
BRONCE es, en buena
medida, Charo. En este microespacio se condensa parte de su poética.
La otra discurre aún más
libre en su voz, de recital en recital,...
La poesía de Charo
serrano, y no quiero decir que se parezca a lka del poeta de
Orihuela, es una poesía hernandiana.
Hernandiana en el sentido
de que su verso emana de tres heridas siempre abiertas: La de la
vida, la del amor, la de la muerte.
No por ello deja de haber
algo de lorquiano en alguna de sus metáforas. Cabe también entrever
a Pizarnick. Y nada de ello quita para que sea una voz propia.
Si bien es cierto que a
la escritura se le puede atribuir un poder terapéutico; la de Charo,
que en no pocas ocasiones surge de las entrañas mismas de la
existencia, no se limita a exorcisar demonios del pasado: Los invoca
y los muestra.
La suya es una poesía
vitalista, más que biográfica, de tal foma que nunca es fácil
saber si desnuda su espíritu en ella o nos desnuda a quienes la
leeemos verso a verso.
Y lo abarca todo, o
casi: La niñez y la vejez, la enfermedad y la muerte, el amor y el
desamor, la soledad y la amistad, el vacío y la plenitud, el pasado
y el futuro, lo justo y lo despreciable, los paisajes de la mente y
los paisajes que nos rodean.
Lo hace, además, con
una variedad de recursos llamativa: Desde la palabra oscura a la
expresión cristalina; desde el torrente de voz que en una sola
oración se erige en poema a la división estrófica, ora simétrica,
ora aparentemente aleatoria; desde el verso largo al monosilábico;
desde el descabalgamiento audaz a una peculiar manera de forzar los
verbos, que abre la puerta a otras realidades.
Y todo desde un verso
libre.
Porque la suya es, en
definitiva, una poesía para la libertad. Una poesía para
liberarnos, sea leyéndola o, como ahora, escuchándola.
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