sábado, 29 de mayo de 2010

Mohamed Ábed Yabri, una filosofía de futuro.


El pasado 3 de mayo falleció en Marruecos, a los 75 años, el filósofo Mohamed Ábed Yabri. La noticia ha ido llegando como con cuenta gotas a los obituarios, artículos de opinión o espacios culturales de algunos medios de comunicación de nuestro país; en buena medida gracias a quienes, desde diferentes universidades españolas, se dedican a la docencia e investigación de la Filosofía Medieval o la Filosofía Política (rompiendo, sea dicho de paso, ciertas rutinas académicas).
Su muerte nos priva de una persona que se ha convertido en una referencia fundamental no sólo en los estudios filosóficos sobre el legado racionalista del islam clásico; sino en la defensa de la democratización del mundo árabe-musulmán. Facetas ambas indisolubles en la biografía de un pensador que orientó buena parte de su vida a la acción política y mantuvo con fuerza un pulso, no sólo intelectual, contra la extensión del fundamentalismo islámico y el radicalismo salafista.
Defensor a ultranza de la libertad de pensamiento y el derecho a la diferencia, su compromiso con la democracia y el progreso social, más allá incluso de Marruecos, se remonta a su pertenencia (en los años sesenta del pasado siglo) a la Unión Nacional de Fuerzas Populares y al trabajo con la cabeza visible de este frente de izquierdas, Mehdi Ben Barka, (secuestrado y asesinado por la policía marroquí cuando estaba exiliado en Paría, en 1965). Conoció exilio y cárcel y fue uno de los fundadores del Partido Socialista Marroquí, que abandonaría en los ochenta para centrarse en el trabajo académico y cultural.
Ese trabajo intelectual, en cualquier caso, ha tenido en el pensamiento político uno de sus ejes. Aún cuando su mirada se posara sobre la filosofía de los siglos IX al XV, sus reflexiones filosóficas no andaron nunca alejadas del día a día, de lo cotidiano,... desarrollándose en (y contra) una realidad marcada por el acorralamiento de unas corrientes de pensamiento comprometidas con la tolerancia, los derechos humanos, la democracia y su hibridación con las culturas islámicas.
Escribió más de 30 libros, siempre en árabe, contribuyendo así a que en dicha lengua se articulara la creación ensayística de una generación de pensadores que dejaba atrás la etapa colonial y apostaba por mirar al futuro sin renunciar al propio patrimonio cultural. Su último trabajo, fiel exponente de esa vía de innovación, fue una Introducción al Corán, polémica por cuanto huía de las instrumentalizaciones del mismo, rompiendo además la forma en que habitualmente se transmite para recuperar su orden cronológico, profundizando en el texto para demostrar que la herencia religiosa no tiene por qué ser incompatible con el racionalismo y la democracia.
No son muchos los textos de Yabri traducidos al castellano. Y en este caso la red no sirve de eficaz sustituto. Pero en uno y otro caso lo que cabe encontrar ilustra la riqueza de una obra valiente, plural, crítica y autocrítica, dialogante,... La de un filósofo que, como otras muchas personas, se ha visto obligado resistir para pensar y escribir. O, lo que viene a ser lo mismo, a pensar y escribir como forma de resistir. De resistir a los poderes autoritarios de su paises, de un lado, y al fanatismo religioso en forma de fundamentalismo, de otro; que han acorralado al islam más aperturista, al laicismo, hasta llevarlo a un terreno lindante con la derrota.
Una derrota a la que también hemos contribuido desde este mundo nuestro occidental que tiende con demasiada facilidad a identificar al islam en general con el islamismo integrista; y al que le cuesta bien poco ignorar y abandonar a su suerte a quienes, contra la regresión fundamentalista que ensalza un tradicionalismo islámico previamente modelado, apuestan por la secularización de lo político, la separación de las esferas religiosa y social, la pluralidad, la multiculturalidad, la democracia,...
Actuamos como si esa batalla no fuera con nosotros, ignorando todas las señales de alarma, cruzando umbrales de irreversibilidad,... en la línea de aquellos versos de Brecht de los que nos acordamos cuando siempre es demasiado tarde; sin ser del todo conscientes de que en ese enfrentamiento estamos ya. Formamos parte de él. Aunque lamentablemente los bandos más numerosos en este conflicto sean los de la indiferencia, la ignorancia, el miedo,...; el del secularismo dogmático y excluyente (de algunas de cuyas iniciativas se han hecho eco los medios de comunicación últimamente) y los de los fundamentalismos religiosos e integrismos fanáticos.
En un espacio menos poblado, esa especie de tierra de nadie en la que palabras como interculturalidad (por citar una) son algo más que eslóganes; se encuentra el eco principal de la obra de Yabri en este país.
La crítica de la razón árabe, en Icaria (parte de una enorme investigación plasmada originalmente en cuatro libros), o El legado filosófico árabe, en Trotta; son dos de las herramientas argumentales que Yabri nos ha legado para enriquecer nuestras propias búsquedas. Entre ellas una a la que, como recuerda Andrés Martínez Lorca, nos invitaba el propio autor: La recuperación del pensamiento andalusí y su inserción en nuestro mundo. Una recuperación que a buen seguro nos llevará, por rutas similares a las del pensador marroquí, a considerar a los viejos filósofos andalusíes (Avempace, Abentofail, Averroes,...) autores de una ruptura epistemológica que hizo que la Filosofía en Marruecos y Al-Ándalus se desarrollara bajo una vocación laica y científica por haberse liberado de las ataduras del problema de la conciliación entre religión y filosofía; mientras que en el ámbito arabo-islámico oriental ese dilema se disolvió en una orientación teológica de la filosofía.
Me entretengo en ojear y hojear ambos libros, deteniéndome en las marcas con las que en su día señalé las páginas que más me llamaron la atención,... y no puedo dejar de pensar que tengo, a la vuelta de la esquina, unas Oposiciones al Cuerpo de Profesores de Enseñanza Secundaria y Bachillerato en cuyo temario se pasa del Desarrollo de la Ciencia en el Pensamiento Helenístico -tema 51- a la Síntesis escolástica de Tomás de Aquino -tema 52- en un triple salto mortal sin red que se define a sí mismo con lo que deja en el tintero...
No es que Alfarabi, Avicena, los citados Avempace, Abentofail o Averroes, Abenjaldún,.. no estén presentes en otras partes del temario, pero la ausencia de un mayor detenimiento entre los temas propiamente “históricos” no deja de ser significativa. Algo que igualmente ocurre con otros pensadores andalusíes, hebreos, pero con obra escrita también en árabe, que con la excepción de Maimónides, quedan en el olvido: Ibn Gabirol (Avicebrón), Abraham bar Hiyya', Yosef Ibn Ṣaddiq o el introductor del aristotelismo en la filosofía judía medieval Abraham Ibn Daud.
Ello no implica necesariamente su ausencia en la enseñanza no universitaria. Los libros de segundo de Bachillerato, mejor o peor, suelen dedicar algunas páginas a algunos de estos pensadores... Aunque la dinámica de ese curso y la las horas dedicadas a esa asignatura no ayudan precisamente a detenerse en ellos, como tampoco en otros pensadores alrededor o más allá de los nombres propios que protagonizan la lotería de la prueba de selectividad.
No es una cuestión de juegos filosóficos. La cuestión no se reduce a si resulta más o menos interesante aventurar si Avempace, Abentofail o Averroes anticipan aspectos de la obra de Spinoza, por poner un caso. Es una cuestión de mayor calado que implica a las actitudes, intelectuales, pero no sólo, hoy.
Mohamed Ábed Yabri no sólo nos deja una obra que leer, releer, re-elaborar, criticar, apropiar,... sino unas maneras de ser y estar, una actitud, ante el mundo de hoy. Una manera de enfrentarse a las injusticias, a los prejuicios,... de la que aprender y alimentarse, más que mimetizar sin más.
Precisamente por que hay otras maneras de ser y de estar, no es preciso ser musulmán para apreciar la poética de algunos pasajes del Corán. Precisamente por que hay otra maneras de ser y de estar puede un ateo como este que firma recurrir al propio Corán para defender la vigencia de un pensamiento, el de Yabri, de futuro.
Traducida muy libremente, Sura 93. Consta de once versículos pero para este recuerdo me bastan los cuatro primeros:
1.Para el sol de la mañana.
2.Para la noche, cuando las tinieblas se espesan.
3.Tu señor no te ha olvidado ni te odia.
4.La vida futura vale más para ti que la vida presente.


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