Se me ocurrió participar en un concurso de cardiopoemas... por aquello de probar suerte...
Ni que decir tiene que no he ganado... Quizá por que muy cardiosaludable no ha salido.
Ni que decir tiene que no he ganado... Quizá por que muy cardiosaludable no ha salido.
Y a renglón seguido va el mío.
De nuevo
la
botella de ginebra
rueda
vacía
por el
suelo...
En la
cocina,
donde
desayuno, comida y cena se entremezclan,
el
pastillero aúna
olvidado
un cóctel
de beta-bloqueantes, estatinas y antigotosos
de
distintas formas
y
colores...
El sudor,
la
respiración entrecortada,
los pies
fríos,
acompañan
el ir y venir de ritmos
de un
corazón cansado...
A ratos
el dolor
del brazo,
la
parastesia en los dedos,
esa
opresión del pecho
a medio
camino de la
ansiedad
y el
vacío;
recuerda
que no hay instante eterno.
En las
venas se diluyó,
ya,
la
sinrazón
de la
melancolía...
Ya, ya lo
sé:
El máximo
enemigo de mi corazón
es mi
cerebro...
Pero no
pasa nada...
Yo ya
estoy muerto...
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