Una vez soñé que era dueño del tiempo;
que podía no sólo detenerlo
sino, incluso, fragmentarlo
y repartirlo.
Pero era sólo un sueño.
Uno que no puedo hacer realidad.
Además, probablemente sería
injusto.
A veces soy más consciente, aún, de mi caducidad.
Sobre todo en aquellas ocasiones en
que el corazón se acelera
o el estómago se comprime;
cuando el brazo se duerme
o duele el pecho;
cuando tengo que volver a recurrir a la muleta
o cuando soy incapaz de decir que no a la siguiente.
Por eso, probablemente,
cada minuto es importante,
cada instante es un mundo
y cada segundo se quiere eterno.
Sobre todo en aquellas ocasiones en
que el corazón se acelera
o el estómago se comprime;
cuando el brazo se duerme
o duele el pecho;
cuando tengo que volver a recurrir a la muleta
o cuando soy incapaz de decir que no a la siguiente.
Por eso, probablemente,
cada minuto es importante,
cada instante es un mundo
y cada segundo se quiere eterno.
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