A veces (...)
A veces,
sin razón aparente,
se instala uno en una tristeza
que se atora
en los poros de la piel
y marca el gesto,
el andar,
la sombra,...
Como si el mundo nos debiera algo.
Como si nos lo negara.
Como si a fuerza de criticar
la dictadura de la felicidad
y defender
el derecho a la melancolía,
se hubiesen invertido
esos papeles.
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