sábado, 4 de abril de 2020

5% de batería. Cargue el móvil.


Se ha ido la luz en todo el edificio, en el de al lado, en el del frente,… y, por las voces que se oyen desde ventanas que no veo, parece ser que en todo el barrio…
Confinados y a oscuras…
O casi…
Está la tenue luz de unas velas, la intensa de las personas que te quieren desde el otro lado del móvil y la, a veces oscura, memoria de otras luces y oscuridades.

Como el recuerdo de esa modalidad de tortura que resulta casi imposible de explicar a quienes no la han vivido: La luz permanentemente encendida, iluminando constantemente una celda, haciendo eterna la noche… o la más absoluta oscuridad que borra las horas… o los días que siguen después y que dejan de tener nombre para tener sólo obligaciones…
Un mundo de espacios minúsculos en los que la más grande insolencia -inventarse una nueva temporalidad y seguir adelante- ocupa un lugar enorme.

No, este encierro, confinamiento o cuarentena, como quiera que se le quiera llamar, no es, como a veces se oye o se lee, una cárcel… por mucho que notemos la privación de la libertad de movimientos…
Nuestras casas, al menos las de la inmensa mayoría de la población, en nada se parecen a una celda. Nuestro ritmo de vida nada tiene que ver con la Ley Orgánica General Penitenciaria ni con el Reglamento Penitenciario, ni con el día a día de las prisiones de Sangonera o de Campos del Río.
Por mucho que nuestros pasos se reduzcan no se reducen tanto. Mi ordenador se ha apagado, pero mañana seguro que lo puedo encender, las velas le dan a este escribir un toque romántico y al móvil le queda un poco de batería. Yo podré ir a por mis medicinas a la farmacia sin esperar a que llegue la hora de poder ir al patio. Decidiré qué y a qué hora desayuno, como y ceno. Me despertará en la noche un mal sueño o, mejor aún, un deseo; no un recuento.

No, esto no es una cárcel… por la misma regla de tres que esto no es una guerra.
Habrá que ver porqué se ha instalado tan fácilmente en nuestro lenguaje común esta terminología talegera y bélica; habrá que ver cómo se han instalado, si es que no estaba, esos elementos de las sociedades del control y la delación que parecían cosa del pasado; habrá que ver si la facilidad con la que renunciamos a buena parte de nuestros derechos es un ejemplo de ciudadanía o, precisamente, de ausencia de conciencia ciudadana,…

Pero eso será mañana… Porque siempre hay un mañana luminoso…

La cuestión es si la luz merma la memoria.

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