Me levanté tarde
ese día
por que después de tanto sufrimiento
me había convencido de que
la revolución
era sólo
un número de lotería.
Me levanté tarde
pero llegué a tiempo
de rejuvenecer
de veinte en veinte años
- que como dice el tango no son nada -
hasta los pañales de la libertad,
la fraternidad
y la igualdad;
hasta llorar como recién nacido,
pero de emoción,
en mitad de una plaza.
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