Ahogo en el paladar el secreto de un sueño ya imposible que oculta las sombras de unas manos amputadas, de una piel muda que se aferra tanto a ventanas abiertas a soles ausentes, como al recuerdo de un vientre furioso e insaciable. ¿Qué puede ofrecer este silencio sino la muerte lenta de una carne impotente, atravesada por un sin fin de deseos y de olvidos?
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