martes, 18 de enero de 2011

Cárcel IV.

La sangre
          a borbotones
de la ceja,
la nariz,
la oreja
          -¿está aún ahí?-
la boca,…

Y uno no recuerda la saliva,
ni haber gritado,…
Lo supone
          y lo desea…

Los pantalones manchados
de pis y sangre…

Salpicando el suelo a gotazos
                                             enormes…

La sangre
          junto a la pared
          donde la espalda y los riñones buscan
          imposible protección.
La cabeza entre los brazos
y las rodillas encogidas.

Y uno no recuerda haber llorado
entre la sangre…
Lo supone
          y lo desea…

Llorar…
Llorar es lo que nos queda.
Llorar.
Llorar.

Llorar es lo que me diferencia de ellos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Caí rendido al leer estos poemas aparentemente tan vividos y crudos en su realismo, ha estado usted en la cárcel realmente o simplemente es usted conocedor de las miserias que allí dentro se pasan?
Si es así, podría conocer el por qué de esta época de su vida?