La sangre
a borbotones
de la ceja,
la nariz,
la oreja
-¿está aún ahí?-
la boca,…
Y uno no recuerda la saliva,
ni haber gritado,…
Lo supone
y lo desea…
Los pantalones manchados
de pis y sangre…
Salpicando el suelo a gotazos
enormes…
La sangre
junto a la pared
donde la espalda y los riñones buscan
imposible protección.
La cabeza entre los brazos
y las rodillas encogidas.
Y uno no recuerda haber llorado
entre la sangre…
Lo supone
y lo desea…
Llorar…
Llorar es lo que nos queda.
Llorar.
Llorar.
Llorar es lo que me diferencia de ellos.
1 comentario:
Caí rendido al leer estos poemas aparentemente tan vividos y crudos en su realismo, ha estado usted en la cárcel realmente o simplemente es usted conocedor de las miserias que allí dentro se pasan?
Si es así, podría conocer el por qué de esta época de su vida?
Publicar un comentario