Un
ejemplo: la desobediencia civil
La
tarea no es fácil. Una definición tipo de una de las posibles manifestaciones
de la desobediencia, la desobediencia civil, permite dar cuenta de esa
dificultad.
En un compendio de las definiciones más
conocidas, cabe referirse a este peculiar ilegalismo como “una forma de intervención legítima en los estado democráticos, que
toma cuerpo en forma de acto voluntario, intencional, premeditado, consciente,
público, colectivo, no violento,... que tiene como pretensión y/o resultado la
violación de una ley, disposición gubernativa u orden de la autoridad, cuya
validez jurídica puede ser firme o dudosa, pero que en cualquier caso es
considerada inmoral, injusta o ilegítima por quienes practican semejante desobediencia
transgresora. Una desobediencia que busca un beneficio para la colectividad, no
un beneficio exclusivo para quien la practica, y que es tanto una apelación a
la capacidad de razonar y al sentido de justicia de esa colectividad, como un
acto que busca ocasionar un cambio en la legislación o en las políticas
aplicadas”.
Obviamente no es una definición completa y,
mucho menos, definitiva. Quedan fuera de esta definición no pocos aspectos de
este fenómeno, y tanto sobre los que han sido reseñados como sobre los que han
quedado en el tintero cabe discusión, y mucha.
Así, rompiendo algunas consideraciones clásicas
en esta materia, hay bastantes pensadores que consideran que el incumplimiento
público (se entiende que justificable) de una ley, disposición gubernamental u
orden de la autoridad por motivos políticos o morales, no tiene por qué ser
ilegal, fiel a los fundamentos constitucionales, dar la bienvenida al castigo o
expresarse de forma no violenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario